“No olvidémoslo jamás - insistió el Pontífice - ya sea como penitentes que como confesores: ¡no existe algún pecado que Dios no pueda perdonar! ¡Ninguno! Sólo lo que es sustraído a la divina misericordia no puede ser perdonado, como quien se sustrae al sol no puede ser iluminado ni reconfortado”.