En su catequesis de la audiencia general, celebrada el tercer miércoles de marzo en una soleada Plaza de San Pedro, el Papa Francisco continuó sus reflexiones sobre la familia, refiriéndose en esta ocasión a los niños, como un gran don para la humanidad.
De ellos, que sonríen y lloran, algo que a menudo se bloquea en los mayores, el Obispo de Roma dijo que nos recuerdan que todos hemos sido totalmente dependientes de los cuidados de otros, al igual que Jesús y tal como nos muestra el misterio de la Navidad.
Tras destacar que en el Evangelio se elogia a los “pequeños”, a los que necesitan ayuda y de modo especial a los niños, el Papa Bergoglio afirmó que ellos son una riqueza para la Iglesia y para nosotros puesto que nos hacen ver que todos somos siempre hijos, necesitados de ayuda, amor y perdón. Todas ellas – dijo – condiciones para entrar en el Reino de Dios.
El Santo Padre afirmó, además, que los niños nos enseñan el modo de ver la realidad de manera confiada y pura porque sienten con sencillez las cosas, sin ver en ellas únicamente algo que puede servirnos o que podemos aprovechar.
Y concluyó recordando a los presentes que ciertamente los niños dan vida, alegría y esperanza; así como también preocupaciones y, a veces problemas, pero “es mejor así – dijo Francisco – que una sociedad triste y gris porque se ha quedado sin niños”.
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