En los momentos peores, de tristeza y de dolor, incluso frente a los insultos, hay que elegir el camino de la oración, de la paciencia y de la esperanza en Dios, sin caer en el engaño de la vanidad. Son algunos de los conceptos que expresó el Santo Padre en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.
El Pontífice aludió a la historia, totalmente “normal” – dijo – de un suegro y una nuera. Y recordó que Tobit – el padre de Tobías se vuelve ciego – mientras Sara, la esposa de Tobías, había sido acusada en el pasado de ser responsable de la muerte de algunos hombres. Un pasaje – explicó el Papa – del que se comprende cómo el Señor lleva adelante “la historia” y “la vida de las personas, también la nuestra”. Tobit y Sara – prosiguió Francisco – vivieron “momentos graves” y “momentos bellos”, como “en toda vida”. Tobit era “perseguido”, “se burlaban de él”, su “mujer lo insultaba”, si bien – añadió –no era una mujer mala, “trabajaba para llevar adelante la casa porque él era ciego”. Y también Sara era insultada, por lo que sufría “tanto”. Para ambos, en aquellos momentos – “todo era negro”, observó el Obispo de Roma – hasta pensar que era “mejor morir”.
“Todos nosotros hemos pasado por momentos graves, fuertes, no tan fuertes como éste, pero nosotros sabemos qué cosa se siente en el momento oscuro, en el momento del dolor, en el momento de las dificultades; nosotros lo sabemos. Pero ella, Sara, piensa: ‘¿Pero si yo me mato haré sufrir a mis padres?’ y se detiene, y reza. Y Tobit dice: ‘Esta es mi vida, vamos adelante’ y reza, y reza. Y ésta es la actitud que nos salva en los momentos graves: la oración. La paciencia: porque los dos son pacientes con su propio dolor. Y la esperanza de que Dios nos escuche y nos haga pasar estos momentos graves. En los momentos de tristeza, poca o tanta, en los momentos oscuros: oración, paciencia y esperanza. No hay que olvidar esto”.
Por último, el Pontífice exhortó a preguntarnos si en las diversas vicisitudes de nuestra vida somos capaces de discernir lo que sucede en nuestra alma, comprendiendo que los momentos graves son “la cruz” y que es necesario “rezar, tener paciencia y tener, al menos, un poquito de esperanza”. Sí, porque es necesario evitar caer “en la vanidad”, puesto que “el Señor está siempre junto a nosotros, cuando nos dirigimos “a Él en la oración”, agradeciéndole además la alegría que nos ha dado. Sara con el discernimiento comprendió que no debía suicidarse; Tobit se dio cuenta de que tenía que “esperar, en la oración, en la esperanza, la salvación del Señor”.
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