En una primaveral Plaza de San Pedro, miles de fieles y peregrinos de numerosos países volvieron a reunirse el primer miércoles de abril, para asistir a la audiencia general del Papa Francisco, quien en su catequesis propuso meditar sobre el Evangelio de la Misericordia, tras haber concluido su serie centrada en el Amor de Dios según el Antiguo Testamento.
Hablando en italiano el Santo Padre explicó que Jesús es la Misericordia de Dios hecha carne. Una Misericordia que él mismo expresó, realizó y comunicó siempre, en cada momento de su vida terrenal, como cuando se encontraba con la muchedumbre para anunciar el Evangelio, curar a los enfermos, acercándose a los últimos y perdonando a los pecadores. Un amor que – dijo Francisco – alcanzó su culmen en el Sacrificio de la Cruz.
De ahí que el Papa Bergoglio haya explicado que todo lo que realizó Jesús tras su bautismo fue la realización del programa inicial, es decir, llevar a todos el amor de Dios que salva. ¡El Hijo enviado por el Padre es realmente el inicio del tiempo de la Misericordia para toda la humanidad!, exclamó el Santo Padre.
Podemos contemplar más claramente – añadió – el gran misterio de este amor dirigiendo nuestra mirada a Jesús crucificado, puesto que mientras está a punto de morir inocente por nosotros que somos pecadores, suplica al Padre que perdone a los responsables porque no saben lo que hacen.
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