Para que el Reino de Dios crezca, el Señor nos pide a todos la docilidad. Fue la exhortación que el Papa Francisco dirigió a los fieles en la Misa matutina en la Casa de Santa Marta. Poniendo en guardia contra el excesivo apego a las estructuras y los organigramas, el Santo Padre señaló que el Reino de Dios está en camino.
El Reino de Dios no es una estructura fija, está siempre en camino
La Ley ‘es para la vida, para ayudar a hacer el Reino, a hacer la vida’, reiteró el Papa, añadiendo que «hoy el Señor nos dice que también el Reino está en camino»:
«¿Qué es el Reino de Dios? Quizá, el Reino de Dios es una estructura bien hecha, toda en orden, organigramas bien hechos, todo… y lo que no entre allí, no está en el Reino de Dios. No. Con el Reino de Dios pasa lo mismo que puede pasar con la Ley: el ‘fijismo’, la rigidez… La Ley está para caminarla, el Reino de Dios está en camino. No está estancado. Aún más: el Reino de Dios ‘se hace’ todos los días».
Para que el Reino de Dios crezca, debemos ser dóciles al Espíritu Santo
Uno que se queda en la Ley y no camina, tiene actitud de fijismo, de rigidez:
«¿Cuál es la actitud que el Señor nos pide, para que el Reino de Dios crezca y sea pan para todos y también hogar para todos? La docilidad. El Reino de Dios crece con la docilidad a la fuerza del Espíritu Santo. La harina deja de ser harina y se vuelve pan, porque es dócil a la fuerza de la levadura y la levadura se deja amasar con la harina… no sé, la harina no tiene sentimientos, pero dejarse amasar, podría hacer pensar en algún sufrimiento allí, ¿no? Y, luego se deja cocinar ¿no? Pero también el Reino… el Reino crece así y al final es alimento para todos».
El que es rígido tiene sólo patrones, pero no un padre
«El rígido sólo tiene patrones, no un padre. El Reino de Dios es como una madre que crece fecunda, se dona a sí mismo para que los hijos tengan alimento y morada, según el ejemplo del Señor. Hoy es un día para pedir la gracia de la docilidad al Espíritu Santo. Tantas veces somos dóciles a nuestros caprichos, a nuestros juicios. ‘Yo hago lo que quiero…’… Así no crece el Reino, no crecemos nosotros. Será la docilidad al Espíritu Santo la que nos hará crecer y transformar como la levadura y el grano. Que el Señor nos dé a todos la gracia de esta docilidad»
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