Detrás de la rigidez hay siempre algo escondido; una doble vita. Los rígidos no son libres, son esclavos de la Ley. En cambio Dios da la libertad, la mansedumbre y la bondad. Así lo afirmó el Papa Francisco en su homilía de la misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.
El Evangelio del día muestra a Jesús que cura a una mujer en día sábado, provocando la indignación del jefe de la Sinagoga porque – dijo el Papa – ha sido violada la Ley del Señor. “No es fácil – comentó el Santo Padre – caminar en la Ley del Señor”, es “una gracia que debemos pedir”. Jesús lo acusa de ser hipócrita, una palabra que “repite tantas veces a los rígidos, a aquellos que tienen una actitud de rigidez en el complimiento de la ley”, que no tienen la libertad de los hijos, “son esclavos de la Ley”. En cambio, “la Ley – observó Francisco – no ha sido escrita para hacernos esclavos, sino para hacernos libres, para hacernos hijos”. Y añadió que “detrás de la rigidez hay otra cosa, ¡siempre! Y por esto Jesús dice: ¡hipócritas!”:
“Detrás de la rigidez hay algo escondido en la vida de una persona. La rigidez no es un don de Dios. La mansedumbre, sí; la bondad, sí; la benevolencia, sí; el perdón, sí. ¡Pero la rigidez no! Detrás de la rigidez hay siempre algo escondido, en tantos casos una doble vida; pero hay algo también de enfermedad. ¡Cuánto sufren los rígidos: cuando son sinceros y se dan cuenta de esto, sufren! Porque no logran tener la libertad de los hijos de Dios; no saben cómo se camina en la Ley del Señor y no son felices. ¡Y sufren tanto! Parecen buenos, porque siguen la Ley; pero detrás hay algo que no los hace buenos: o son malos, hipócritas o son enfermos. ¡Sufren!”.
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