Nuestra raíz es Jesús
“Hoy es el primer día de la primavera: ¡buena primavera! ¿Pero qué pasa en primavera? Las plantas florecen, florecen los árboles. Les haré algunas preguntas: pero respondan, ¿eh? Un árbol o planta enfermos, ¿florecen bien si están enfermos? ¡No!” “Un árbol, una planta que no es regada por la lluvia o artificialmente, ¿puede florecer bien?”. “Y un árbol y una planta al que le han quitado las raíces o que no tiene raíces, ¿puede florecer? ¡No!” “Este es un mensaje, ¿eh?” “La vida cristiana es una vida que debe florecer: en las obras de caridad, en hacer el bien... Pero si no tienes raíces, no puedes florecer y ¿quién es la raíz? ¡Jesús! Si no estás con Jesús, allí, en la raíz, no florecerás”.
Nutrirse de la Eucaristía significa mutar en lo que recibimos
“Caminamos hacia el altar – prosiguió en español - para nutrirnos de la Eucaristía, para dejarnos transformar por quien recibimos, como dice san Agustín: «Yo soy el alimento de las almas adultas; crece y me comerás. Pero no me transformarás en ti como asimilas los alimentos de la carne, sino que tú te transformarás en mí”.
La Eucaristía nos hace fuertes
“La Liturgia eucarística se concluye con la oración de la comunión. En ella damos gracias a Dios por este inefable don y le pedimos también que transforme nuestra vida, siendo medicina en nuestra debilidad, que sane las enfermedades de nuestro espíritu y nos asegure su constante protección”.
“La Iglesia desea vivamente que también los fieles reciban el Cuerpo del Señor con hostias consagradas en la misma Misa", dijo, y que el signo del Banquete Eucarístico se expresa con mayor claridad si la Comunión "se hace bajo las dos especies", aún sabiendo que la doctrina católica enseña que "sólo bajo una especie se recibe el Cristo todo entero": el Papa recuerda pues, que según la praxis, el fiel se acerca normalmente a la Eucaristía en procesión y comulga con devoción de pie o de rodillas, "recibiendo el Sacramento en la boca, o, donde está permitido, en la mano, como prefiere".
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