En el miércoles 6 de diciembre el Santo Padre Francisco celebró su tradicional Audiencia General en el Aula Pablo VI del Vaticano, y dedicó su catequesis a su reciente viaje Apostólico a Asia. En primer lugar, se refirió al viaje como un “gran don de Dios”, y renovó su agradecimiento a las autoridades de ambos países y al pueblo birmano y bengalí, por el gran afecto demostrado.
“Mi visita a Myanmar ha sido la primera de un Papa a aquel país; una nación que a pesar de haber sufrido mucho, se encamina hacia una nueva realidad de paz y libertad. Allí la comunidad cristiana es un pequeño fermento del Reino de Dios, que ha sabido dar testimonio de la fe y que cuenta con una juventud llena de esperanza y de alegría. Al encontrarme con el Consejo Supremo de los monjes budistas, he querido manifestar mi deseo de que trabajemos unidos para ayudar a las personas a amar a Dios y al prójimo, rechazando todo tipo de violencia”.
Así se pronunció en nuestro idioma, durante la Audiencia General: “Después he realizado mi visita a Bangladesh, siguiendo las huellas del beato Pablo VI y de san Juan Pablo II”, dijo primeramente. “Ha sido un paso más en favor del respeto y del diálogo entre el islam y el cristianismo. Allí he querido expresar también mi solidaridad con Bangladesh en su compromiso por socorrer a los prófugos Rohingya”.
El pontífice destacó asimismo la juventud bengalí, musulmanes y de otras religiones, definiendo su presencia en el encuentro “signo de esperanza para Bangladés, para Asia y para el mundo entero”:
“Dos momentos de particular alegría han sido: la ordenación de 16 sacerdotes y el encuentro con los jóvenes, quienes con sus cantos y danzas manifestaron la alegría del Evangelio. Fue muy significativo que estuvieran también presentes jóvenes musulmanes y de otras religiones, siendo un signo éste de esperanza para Bangladesh, para Asia y para el mundo entero”.
“En este tiempo de Adviento –concluyó - los animo a fortalecer su vida cristiana con la oración, la escucha de la Palabra de Dios y las obras de caridad, y, siguiendo el ejemplo de la Inmaculada Virgen María, cuya solemnidad celebraremos pasado mañana, preparen su corazón para recibir al Señor que ya viene. Muchas gracias”.
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