Pensemos en el hermoso don que nos ha dejado Jesús, el Espíritu de fortaleza y de consejo – nos enseña y nos recuerda el mensaje de salvación - para afrontar los acontecimientos de cada día, con un corazón firme, sin miedo a testimoniar a Jesucristo, reiteró el Papa Francisco, en su homilía de la Misa matutina que presidió en la capilla de la Casa de Santa Marta. Reflexionando sobre la primera lectura de los Hechos de los Apóstoles, el Obispo de Roma destacó el admirable compromiso evangelizador de San Pablo, cuyo corazón «está siempre firme y en continuo movimiento». Huyendo de Iconio, donde lo querían matar, llega a Licaonia para evangelizar y, en el nombre del Señor, cura a un paralítico. Y al ver ese milagro los paganos piensan que Pablo y Bernabé, que lo acompañaba, son dioses bajados a la tierra. A Bernabé le dan el nombre de Júpiter, y a Pablo el de Mercurio. Y a Pablo le costó mucho lograr convencerlos de que eran hombres, recordó el Santo Padre, añadiendo que «éstas eran las vivencias humanas que vivía Pablo»:
«Nosotros tenemos tantas vivencias, estamos entre tantas vivencias que nos mueven de un lado a otro... Pero hemos pedido la gracia de tener el corazón firme, como lo tenía Pablo, que, para no lamentarse de esa persecución fue a buscar a otra ciudad; a empezar a predicar allí; a curar a un enfermo, darse cuenta de que ese hombre tenía la fe suficiente para ser curado. Luego, calmar a esa gente entusiasmada que quería ofrecer un sacrificio. Proclamar que hay un solo Dios con el lenguaje cultural de ellos. Una cosa detrás de otra. Y esto sólo viene de un corazón firme».
Preguntando dónde tenía Pablo su corazón para lograr tantos cambios en poco tiempo y afrontar de forma adecuada las situaciones, el Papa Bergoglio recordó que en el Evangelio, «Jesús nos dice que el Espíritu Santo, enviado por el Padre nos enseñará todo y nos recordará todo lo que Él nos ha dicho». Y Pablo tenía «su corazón firme en el Espíritu Santo, ese don que Jesús nos ha enviado», reiteró Francisco, haciendo hincapié en que «si queremos encontrar firmeza en nuestra vida, debemos ir a Él. El Espíritu Santo está en nuestro corazón y nosotros lo recibimos en el Bautismo. El Espíritu Santo nos da fortaleza, firmeza para ir hacia adelante en la vida entre tantos acontecimientos, como vemos en Pablo:
«Con este ejemplo, nos podemos preguntar hoy ¿cómo es mi corazón? ¿es un corazón que parece un bailarín, que va de aquí para allá, que parece una mariposa... que hoy le gusta eso.. y va para allá? ¿que está siempre en movimiento? ¿Es un corazón que se asusta de los acontecimientos de la vida? Y ¿que se esconde y tiene miedo de dar testimonio de Jesucristo? ¿Es un corazón valiente? O ¿es corazón que tiene tanto miedo y trata siempre de esconderse? ¿A qué cosa le presta atención nuestro corazón? ¿Cuál es el tesoro al cual está apegado nuestro corazón? ¿Es un corazón firme en las criaturas, en los problemas que todos tenemos? ¿Es un corazón firme en los dioses de cada día? O ¿es un corazón firme en el Espíritu Santo?».
El Papa invitó a preguntarnos dónde está firme nuestro corazón:
«¿Me dejo llevar por las vivencias o voy hacia esos acontecimientos con el corazón firme, que sabe dónde está? Y el único que da firmeza a nuestro corazón es el Espíritu Santo. Nos hará bien pensar que nosotros tenemos un hermoso don que nos ha dejado Jesús: este Espíritu de fortaleza, de consejo, que nos ayuda a ir hacia adelante, en medio de los acontecimientos de cada día. Hagamos este ejercicio hoy de preguntarnos cómo es nuestro corazón ¿es firme o no? Y si es firme ¿dónde está firme, en las cosas o en el Espíritu Santo?»
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