Durante la audiencia general del segundo miércoles de noviembre – celebrada en la Plaza de San Pedro y en la que participaron varios miles de fieles y peregrinos procedentes de numerosos países – el Papa prosiguió sus reflexiones sobre las obras de misericordia. En efecto, tras el Jubileo de los presidiarios, Francisco abordó en su catequesis el hecho de visitar a los enfermos y a los encarcelados. Y lo hizo con la introducción de un pasaje del Evangelio de San Marcos (Mc 1, 30-34), que relata que curó a la suegra de Simón, además de haber curado a numerosos enfermos, que sufrían de diversos males y de quienes también expulsó a muchos demonios.
El Papa Bergoglio hizo hincapié en el común denominador de los enfermos y de los encarcelados, cuya libertad está limitada. Libertad que, precisamente cuando nos falta – exclamó – hace que nos demos cuenta de lo preciosa que es. Mientras Jesús no ha dado la posibilidad de que seamos libres a pesar de los límites de la enfermedad y de las restricciones, puesto que nos ofrece la libertad que proviene del encuentro con Él y del sentido nuevo que este encuentro da a nuestra condición personal.
De ahí que el Sucesor de Pedro haya afirmado que con estas obras de misericordia el Señor nos invita a realizar un gesto di gran humanidad, como es la participación que se expresa a través de gestos sencillos como son los contenidos en una visita, una sonrisa o una caricia para hacer sentir al otro que no está solo ni abandonado.
Official Vatican Network - Fotos ("L'Osservatore Romano")