Porque engendró en su vientre a Jesús, que es el Rostro mismo de la misericordia divina, María es Madre de la misericordia, dijo Francisco el 1 de enero de 2016, en la basílica romana Santa María Mayor, donde el va siempre a rezarle a la Virgen.
“El Hijo de Dios, que se hizo carne para nuestra salvación, nos ha dado a su Madre, que se hace peregrina con nosotros para no dejarnos nunca solos en el camino de nuestra vida, sobre todo en los momentos de incertidumbre y de dolor –expresó.”
Y explicó a la multitud de fieles y peregrinos que vinieron para la apertura de la puerta santa de esa basílica: “María es Madre de Dios que perdona, que da el perdón, y por eso podemos decir que es Madre del perdón. Esta palabra “perdón”, tan poco comprendida por la mentalidad mundana, indica sin embargo el fruto propio y original de la fe cristiana. El que no sabe perdonar no ha conocido todavía la plenitud del amor. Y sólo quien ama de verdad es capaz de llegar a perdonar, olvidando la ofensa recibida. A los pies de la cruz, María vio a su Hijo ofrecerse totalmente a sí mismo y así dar testimonio de lo que significa amar como Dios ama. En aquel momento escuchó a Jesús pronunciar palabras que probablemente nacían de lo que ella misma le había enseñado desde niño: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen» (Lc. 23,34). En aquel momento, María se convirtió para todos nosotros en Madre del perdón. Ella misma, siguiendo el ejemplo de Jesús y con su gracia, fue capaz de perdonar a los que estaban matando a su Hijo inocente.
Radio Vaticana - Reflexiones en Frontera