«Pidamos la gracia escuchar al Señor» y de ser «dóciles al Espíritu Santo, sin oponerle resistencia». Fue la exhortación del Papa Francisco - en su homilía de la Misa matutina, en la capilla de la Casa de Santa Marta - poniendo en guardia contra esa resistencia, que algunos justifican con una, «‘por así decir', fidelidad a la ley».
No oponer resistencia al Espíritu Santo, con el pretexto de ser fieles a la ley
«En días pasados, la Iglesia nos presentó el drama de la resistencia al Espíritu: los corazones cerrados, duros, necios, que resisten al Espíritu. Veían las cosas – la curación del lisiado por parte de Pedro y Juan en la Puerta del Templo; las palabras y las cosas grandes que hacía Esteban… - pero se quedaron cerrados a estos signos del Espíritu y opusieron resistencia al Espíritu. E intentaban justificar su resistencia con una ‘por así decir, fidelidad’ a la ley, es decir, a la letra de la ley».
La docilidad al Espíritu nos dona alegría
«Dos hombres: uno evangelizador y uno que no sabía nada de Jesús, pero el Espíritu había sembrado en él una curiosidad sana, no esa de los chismes. Y, al final el eunuco prosigue su camino con alegría, la alegría del Espíritu, por la docilidad al Espíritu»:
«Escuchamos, en días pasados, lo que hace la resistencia al Espíritu. Hoy, tenemos un ejemplo de dos hombres que fueron dóciles a la voz del Espíritu. Y el signo es la alegría. La docilidad al Espíritu es fuente de alegría. ‘Yo quisiera hacer algo, esto… Pero, siento que el Señor me pide otra cosa. ¡Encontraré la alegría allí donde está la llamada del Espíritu!»
Pidamos la gracia de ser siervos dóciles al Espíritu, que es el que impulsa a la Iglesia
«Ésta es una bella oración que podemos rezar siempre: ‘Habla Señor, porque te escucho’. La oración para pedir aquella docilidad al Espíritu Santo y con esta docilidad llevar adelante a la Iglesia, ser instrumentos del Espíritu, para que la Iglesia pueda seguir adelante. ‘Habla Señor, que tu siervo escucha’. Recemos así, tantas veces al día: cuando tenemos alguna duda, cuando no sabemos o cuando simplemente queremos rezar. Y con esta oración, pidamos la gracia de la docilidad al Espíritu Santo».
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