“Enseñar a descubrir que cosa el Señor quiere de nosotros y cómo podemos corresponderle significa ponerse en su camino para crecer en la propia vocación, el camino de la verdadera alegría”, con estas palabras el Papa Francisco explicó en la Audiencia General del tercer miércoles de noviembre, el significado de una las Obras de Misericordia espirituales: sufrir con paciencia los defectos del prójimo.
Continuando su ciclo de catequesis sobre la misericordia en la Sagrada Escritura, el Obispo de Roma señaló que, “en la Biblia vemos que Dios mismo debe usar misericordia para soportar las quejas de su pueblo. Por ejemplo, dijo el Pontífice, en el libro del Éxodo el pueblo resulta ser verdaderamente insoportable: primero llora porque es esclavizado en Egipto, y Dios lo libera; luego, en el desierto, se queja porque no tiene que comer, y Dios envía las codornices y el mana, pero no obstante esto las quejas no cesan. Moisés hacía de mediador entre Dios y el pueblo, y también él algunas vez habría sido incómodo para el Señor. Pero Dios – afirmó el Papa – ha tenido paciencia y así ha enseñado a Moisés y al pueblo también esta dimensión esencial de la fe”.
Entonces, surge espontáneamente una pregunta, dijo el Papa Francisco: ¿hacemos siempre el examen de conciencia para ver si también nosotros, a veces, podemos resultar incomodos para los demás? Es fácil apuntar el dedo contra los defectos y las faltas de los demás, pero debemos aprender a ponernos en el lugar de los otros.
Finalmente, el Obispo de Roma recordó que “la exigencia de aconsejar, amonestar y enseñar no nos debe hacer sentir superiores a los demás, sino nos obliga sobre todo a entrar en nosotros mismos para verificar si somos coherentes con lo que pedimos a los demás”.
Audio de la catequesis del Papa Francisco
Official Vatican Network - Foto ("L'Osservatore Romano")