Audiencia General Miércoles, 9 de octubre de 2019
Reflexión del Santo Padre
Queridos hermanos:
Después del episodio de la lapidación de Esteban apareció la figura de un joven llamado Saulo, que aprobó la muerte de Esteban y, con la autorización del sumo sacerdote, perseguía a los cristianos, siendo intransigente con los que pensaban diferente de él.
En el camino hacia Damasco, el Resucitado se manifestó a Saulo y le pidió cuentas de su furor fratricida, preguntándole: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?». Así, el Señor Jesús dejó claro que perseguir a un miembro de la Iglesia era hacerlo a Él mismo.
Después de ese encuentro personal con Cristo, Saulo perdió la vista, quedó ciego, y pasó de ser un hombre fuerte e independiente a estar limitado y necesitado de los demás. Y comenzó para él una transformación, como una “pascua personal” que va de la muerte a la vida: lo que antes estimaba gloria se transformó en “basura”, porque su verdadero tesoro ya era Cristo.
Ananías bautizó a Saulo, y al imponerle las manos le devolvió la vista. El bautismo fue para Saulo el comienzo de una vida nueva, en la que se ve a sí mismo y a los demás según la mirada de Dios: los enemigos pasaron a ser amigos; y el ímpetu por perseguir a los que no pensaban como él, cambió en pasión por evangelizar, suscitando la fe en muchos corazones.
Saludos:
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. A todos los invito a experimentar, como Saulo, el impacto del amor de Dios en nuestra vida, que transforma nuestro corazón de piedra en un corazón de carne, capaz de acoger los sentimientos de Cristo y hacerlos llegar a los que nos rodean. Que Dios los bendiga.
Audiencia General resumen del Santo Padre miércoles 09 10 2019
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