El lugar del cristiano es el mundo para anunciar a Jesús, pero su mirada está dirigida hacia el Cielo para estar unido a Él. Lo dijo el Santo Padre en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.

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El lugar del cristiano es el mundo para anunciar a Jesús, pero su mirada está dirigida hacia el Cielo para estar unido a Él. Lo dijo el Santo Padre en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.
“En el fondo somos todos un poco como estos dos discípulos. Cuántas veces en la vida hemos esperado, cuántas veces nos hemos sentido a un paso de la felicidad, y luego nos hemos encontrado por los suelos decepcionados. Pero Jesús camina: Jesús camina con todas las personas desconsoladas que proceden con la cabeza agachada. Y caminando con ellos, de manera discreta, logra dar esperanza”, con estas palabras el Papa Francisco explicó en la Audiencia General del cuarto miércoles de mayo, en que consiste la “terapia de la esperanza”.
Tantas personas consagradas han sido perseguidas por haber denunciado actitudes de mundanidad: el mal espíritu prefiere una Iglesia sin riesgos y tibia. Lo afirmó el Santo Padre en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. El Pontífice también recordó el segundo aniversario de la beatificación de Monseñor Oscar Romero, Arzobispo de San Salvador, asesinado por los escuadrones de la muerte ligados al régimen militar por haber denunciado las violencias contra los pobres.
En la cita mariana dominical para el rezo a la Reina de los Cielos, el Papa Francisco deseó «que la Virgen María, perfecta discípula de su Hijo y Señor, nos ayude a ser cada vez más dóciles al Paráclito, al Espíritu de la Verdad, para aprender cada día a amarnos como Jesús nos ha amado».
En su Audiencia general del miércoles de la quinta semana de Pascua, el Papa Francisco dedicó su catequesis a «María Magdalena Apóstol de la Esperanza». Recordando a aquella que, según los Evangelios fue la primera en ver a Jesús Resucitado, el Obispo de Roma hizo hincapié en que «ella descubre el acontecimiento más sobrecogedor de la historia humana», cuando el Señor la llama por su nombre.
Tras regresar de su Viaje Apostólico a Fátima y canonizar a los hermanos Jacinta y Francisco Marto, dos de los tres pastorcitos a quienes se les apareción la Virgen María hace ya un siglo, el Papa Francisco compartió algunos de los momentos más significativos de esta peregrinación ante miles de fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro, el domingo 14 de mayo a la hora del rezo del Regina Coeli.
También hoy en la Iglesia hay personas que usan la rigidez para cubrir sus propios pecados. Es la admonición que hizo el Papa en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. Al comentar la Primera Lectura del día, tomada de los Hechos de los Apóstoles, el Pontífice se detuvo a considerar la figura de San Pablo, quien de rígido persecutor llega a ser manso y paciente anunciador del Evangelio.
“Que la Sagrada Familia de Nazaret, que emigró a la tierra del Nilo para huir de la violencia de Herodes, bendiga y proteja al pueblo de Egipto; y a todos ustedes les conceda paz y bien en sus vidas”.
Fue el deseo que el Papa Bergoglio expresó al saludar a los numerosos fieles y peregrinos de nuestro idioma que participaron en la Audiencia General del primer miércoles de mayo.
Creer en Jesús es tomar la vida tal como es e ir adelante con alegría, sin quejas, sin dejarse paralizar por el feo pecado de la pereza. Lo dijo el Santo Padre en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.
“En las Escrituras el Padre de nuestro Señor Jesucristo se revela como el Dios de la perseverancia y de la consolación. Y es ahí que nos hacemos conscientes de que nuestra esperanza no se funda en nuestras capacidades y en nuestras fuerzas, sino en el fundamento de Dios y en la fidelidad de su amor, es decir, en la fuerza de Dios y en la consolación de Dios”, con estas palabras el Papa Francisco explicó en la Audiencia General del cuarto miércoles de marzo, que la esperanza cristiana tiene como fundamento a Dios mismo.
Miercoles Cenizas, Jueves, Viernes, Sabado Cuaresma y la Gran Procesión
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