Debemos estar atentos a no tomar el camino que del pecado lleva a la corrupción. Es la admonición que hizo el Santo Padre en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. El Papa se inspiró en el Evangelio del día – de San Lucas – en el que el Señor relata la parábola del rico y el pobre Lázaro para subrayar que también hoy debemos estar atentos para no encerrarnos en nosotros mismos, ignorando a los pobres y a los sin techo de nuestras ciudades.
“Escruta, Dios, mi corazón. Mira si recorro el camino de la mentira y guíame por el camino de la vida”. El Papa desarrolló su homilía a partir de las palabras de la Antífona y del Salmo 1, para poner de manifiesto que “el hombre que confía en el hombre, se apoya en la carne, es decir, en las cosas que él puede gestionar, en la vanidad, en el orgullo, en las riquezas”, a partir de lo cual se produce un “alejamiento del Señor”. Francisco se refirió a “la fecundidad del hombre que confía en el Señor, y a la esterilidad del hombre que confía en sí mismo”, en el poder y en las riquezas. “Este camino – dijo – es un camino peligroso, es un camino resbaladizo, cuando sólo me fío de mi corazón: porque él es traidor, es peligroso”.