Para Donaciones: 03-98-01-056395-4 (Banco General) Diocesis de Santiago de la Iglesia Catolica (Parroquia de atalaya)

Contacto 999-0177 info@nazarenodeatalaya.com Atalaya, Veraguas, Panamá

Anuncio Especial - Restauración a la Imagen de Jesús Nazareno

Comunicamos al pueblo de Atalaya y devotos, que la IMAGEN DE JESÚS NAZARENO estará en proceso de restauracion dentro de la iglesia, a partir del 5 de junio del 2013, cuando se inicie a las 11:30 am habrá un pronunciamiento mediante una Conferencia de Prensa.

El trabajo lo realizarán especialistas idóneos que viajan de Sevilla - España, quienes lo restauran devolviéndo a su estado original.

Agradecemos su atención. Consultas a nuestro Formulario de Contacto

 

La Navidad

 

“La Navidad es Epifanía: la manifestación de Dios y de su gran luz en un niño que ha nacido para nosotros. Nacido en un establo en Belén, no en los palacios de los reyes. Cuando Francisco de Asís celebró la Navidad en Greccio, en 1223, con un buey y una mula y un pesebre con paja, se hizo visible una nueva dimensión del misterio de la Navidad. Francisco de Asís llamó a la Navidad «la fiesta de las fiestas» – más que todas las demás solemnidades – y la celebró con «inefable fervor» (2 Celano, 199: Fonti Francescane, 787). Besaba con gran devoción las imágenes del Niño Jesús y balbuceaba palabras de dulzura como hacen los niños, nos dice Tomás de Celano (ibíd.). Para la Iglesia antigua, la fiesta de las fiestas era la Pascua: en la resurrección, Cristo había abatido las puertas de la muerte y, de este modo, había cambiado radicalmente el mundo: había creado para el hombre un lugar en Dios mismo. Pues bien, Francisco no ha cambiado, no ha querido cambiar esta jerarquía objetiva de las fiestas, la estructura interna de la fe con su centro en el misterio pascual. Sin embargo, por él y por su manera de creer, ha sucedido algo nuevo: Francisco ha descubierto la humanidad de Jesús con una profundidad completamente nueva. Este ser hombre por parte de Dios se le hizo del todo evidente en el momento en que el Hijo de Dios, nacido de la Virgen María, fue envuelto en pañales y acostado en un pesebre. La resurrección presupone la encarnación. El Hijo de Dios como niño, como un verdadero hijo de hombre, es lo que conmovió profundamente el corazón del Santo de Asís, transformando la fe en amor. «Ha aparecido la bondad de Dios y su amor al hombre»: esta frase de san Pablo adquiría así una hondura del todo nueva. En el niño en el establo de Belén, se puede, por decirlo así, tocar a Dios y acariciarlo…” (Tomado de la Homilía del Santo Padre Benedicto XVI del 24 de diciembre de 2011)