La misericordia de Dios que no se resigna a perder a nadie en la primera catequesis del Papa Francisco del mes de mayo. Al inicio del mes mariano, y siguiendo con las series de catequesis que explican cómo Jesús ha llevado la misericordia hasta su pleno cumplimiento, el pontífice desarrolló su reflexión a partir de la parábola del Buen Pastor.

'Todos conocemos la imagen del Buen Pastor que se carga sobre las espaldas a la oveja perdida', 'ícono que desde siempre representa el cuidado de Jesús hacia los pecadores y la misericordia de Dios que no se resigna a perder a nadie', dijo el Santo Padre en la catequesis impartida en italiano.

La parábola es narrada por Jesús para hacer comprender que su cercanía a los pecadores no debe escandalizar, sino que por el contrario, provocar en todos una seria reflexión sobre cómo vivimos nuestra fe: “Delante de los Fariseos que se escandalizaban de su relación con los pecadores, -dijo el Papa hablando en español -, Jesús les propone esta paradoja: «¿Quién de vosotros, si se le pierde una oveja, sería capaz de dejar a las noventa y nueve en el desierto para ir a buscarla? Fíjense que no dice que las deja en el redil, en un lugar seguro, sino en el desierto, sin agua, sin comida, a merced de las fieras y ladrones. No parece sensato, y sin embargo así hace el buen Pastor. No se preocupa de poner a salvo primero al resto del rebaño, sino que va de inmediato en busca de la oveja perdida y la lleva a casa sobre sus hombros”.

Dios no descarta a nadie porque es todo amor y misericordia

“Muchas veces también nosotros nos escandalizarnos de esta actitud aparentemente inconsciente del Señor, pero hay una razón para este modo de actuar. No podemos exigir al Señor que permanezca con nosotros, olvidándose del otro; nadie puede sujetarlo, frenar su amor por todos. Si queremos “tenerle”, debemos seguirlo, seguirlo allí donde se encuentra la oveja descarriada, si nos movemos con él, también nosotros haremos fiesta al encontrarla y volver juntos a casa”. 

Official Vatican Network - Foto Cortesía (L'Osservatore Romano)