Pidiendo también a María que vele por la Iglesia, y fortalezca los vínculos fraternos entre todos sus miembros, y que, con la ayuda de la Virgen, la Iglesia sea casa de todos, una casa que sepa hospedar, una madre para todos los pueblos. 

Con el rezo del Ángelus, el Obispo de Roma culminó la Santa Misa multitudinaria en el Campo Grande de Ñu Guazú, en Asunción. Invitó a dirigir nuestra mirada confiada a la Madre de Dios y Madre nuestra: regalo de Jesús a su pueblo, que siempre ha estado y estará con sus hijos, en especial con los más pequeños y necesitados.

No dejen de invocar y confiar en María, madre de misericordia para todos sus hijos sin distinción, alentó el Santo Padre.

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