Antes de la oración del Ángelus del primer domingo del mes de agosto, Papa Francisco ante miles de fieles que le acompañaron en la Plaza de San Pedro, profundizó en las diferentes imágenes del Evangelio del día, en las que Jesús habla del comportamiento a seguir en vista al encuentro final con Dios.

Francisco explicó el valor de la limosna como obra de misericordia, siguiendo la lógica del amor y de Dios. Y en este sentido incidió en tres parábolas del Evangelio de Lucas que son: los siervos que esperan fielmente la vuelta de su señor, “una vigilia de espera laboriosa, que anuncia el día luminoso de la eternidad”; la llegada imprevisible del ladrón, y Francisco lo relaciona con el hecho de estar siempre atentos, preparados, porque “El discípulo es aquel que espera al Señor y a su Reino”. Finalmente la tercera parábola es la actitud del administrador de una casa después de que el señor se haya ido y se aprovecha de su autoridad con los demás. Una escena, explica el Obispo de Roma, que se ve diariamente en nuestra vida con “maldades cotidianas que nacen de la idea de comportarse como señores en la vida de los demás”.

“Que la Virgen María nos ayude a no ser personas y comunidades conformistas con el presente, o peor aún nostálgicas del pasado, sino dirigidas hacia el futuro de Dios, hacia el encuentro con Él, nuestra vida y nuestra esperanza”.

Palabras del Santo Padre:

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