En el contexto del Año de la fe es necesario que los creyentes no dudemos en confesar la fe con plenitud y renovada convicción, con confianza y esperanza. Por ende, es preciso profundizar la celebración de la fe en la liturgia, y de modo particular en la Eucaristía: “cumbre a la que tiende la acción de la Iglesia y también la fuente de donde mana toda su fuerza”. . La fe “quedaría vacía de sentido si no se expresara en la celebración...También constituyen un núcleo fundamental de la celebración, la recepción de los sacramentos, especialmente los de la Iniciación cristiana: BAUTISMO –CONFIRMACIÓN – EUCARISTIA. Y, como muy prioritario, por la necesidad que tenemos de Él, al sentirnos todos pecadores, el de la RECONCILIACIÓN” (Del Libro Entre Amigos Volumen 2)